Tengo Suerte

La tengo, si, y de eso estoy seguro. No suerte por conocerte, lo cual fue fortuito, no suerte por tenerte, que no es más que un merito. Tengo suerte porque te fuiste, y el verte caminar lejos de mi me hizo chocar contra el suelo como un astronauta cae de la luna.

Aprendí a valorarte a ti, a mí y a las mujeres. Aprendí a disfrutar con mis amigos que tanto había descuidado, aprendí a querer lo que siempre estuvo ahí pero antes no aprecie, o mejor dicho, me rehabilite de mis percepciones y lo que ya yo quería, pues lo volví a ver, a escuchar y a sentir.

Había olvidado lo sabroso de un marrón en la mañana, de leer en la tardes con ese mismo marrón que olvide terminar en la mañana. De hablar con mi mamá, de escuchar música en una isla donde no existen vecinos que griten “BAJALEEE”. De abrazar a mis amistades, no por costumbre o por mi extraño pero válido temor de que se me vayan a escapar, sino por ese gusto y la calidez de sentir a un amigo cerca.

Caí, me levante, recaí, me rehabilite, la permanencia es recaída como bien dedujo Cortázar, pues el solo hecho de tener pies y cabeza es garantía de que vas a tropezar. Suerte tuve yo de tropezarme contigo, suerte tengo ahora porque no estás conmigo, o bueno así me lo quiero creer.

¿Que si salir que si quedarme? Pues con ellos o sin ellos me siento bien, no hay fantasmas que me ronden por las esquinas de mi casa, esas preocupaciones de media noche que me mantenían despierto, no, ya no. En mi casa estoy tan pleno como los hijos de mi gata que juegan en el patio, unos encima de otros como los pequeños tigres que juegan a ser.

Si, pues si tuviera que decir como estoy, no lo pondría en palabras, lo pondría en hechos. Lo pondría en las sonrisas que regalo y en las que me devuelven. Lo pondría en las cosas que nunca pensé hacer y ahora volví mías. Finalmente no sería tan ambicioso y aprovechado para decir que encontré la felicidad, tomaré prestadas las palabras de Savater al decir que “Mas que la felicidad el hombre debe buscar la alegría, pues la felicidad es una utopía. Por eso prefiero los estados de alegría; mientras el hombre tenga más y mejores momentos de alegría, más se acercará al ideal utópico de felicidad.”

Y así confirmar que lo que tengo por ti mi lector, para ustedes mis amigos, para mis padres y para mi es esa luz cálida que sorprende en la mañana, ese buen día envuelto en una sonrisa, esa torta de chocolate que te hacen pal cumpleaños, tengo suerte de probar más y mejores momentos de alegría.

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