¿Sexo? ¡Llame Ya!

Otra de las infortunadas (algunos dirán ventajosas) costumbres que nos trajo este “paradigma” del post-modernismo es él; llamado así por Vargas Llosa, sexo frío.
Como el dinero que debería ganarse por trabajo y funcionar como una herramienta para cubrir las necesidades básicas del ser humano, este se convirtió en una mercancía por sí mismo, de ahí la usura, el interés, la adoración a la moneda, entre otras enfermedades económicas que causan el desenfreno por el medio sin pensar en su función. Pues el caso del sexo no es diferente.

Lo que se dice es una “necesidad fisiológica” o la acción de “extender la progenie” acto que lo hace especial el hecho de la emotividad, esa subjetividad humana que convierte el trance sexual en un instante en el que dos personas se pierden en sí mismas, donde confluyen deseos, pensamientos, caricias, sentimientos y demás delirios idílicos del amor; Ha quedado reducido a menos que eso.

Ni para extender la progenie, ni para manifestar el amor, y dudo que ya se considere “necesidad” pues en este mar de banalidades el sexo; antes apreciado como la cúspide del deseo y desborde de la pasión por la pareja, es convertido en esta distorsionada “mercancía” que visto desde una manera extremadamente fría y financiera, el hecho de sacar algún beneficio económico de este puede parecer hasta practico (hablando de los acompañantes sexuales).

Pues esto no es necesario porque hay benefactores en esta área, personas que como clínicos especializados realizan esta actividad con la cotidianidad de cepillarse los dientes. Lo que antes era “musa” para la más exquisita comunidad de artistas a lo largo del tiempo ha caído a los pies del mas mundano; entiéndase por mundano cualquiera que ve “tirar” como una oportunidad y no como una conexión emocional.

Esto no es un tratado intentando fallidamente apabullar la hoy famosa “libertad sexual” sino una dura crítica a lo que me parece uno de los peores golpes que ha sufrido la convivencia conyugal o de cualquier tipo entre dos individuos y es la “libertad emocional” pues en el mismo circulo en que rueda la libertad, se desliza la responsabilidad, colindando la una con la otra.

A palabras de Vargas Llosa “Se equivocaban quienes creían que el sexo en cadena, mudado en estricta gimnasia carnal, disociado por completo del sentimiento y la emoción, era privativo de los pantalones.” Y yo agregaría de las faldas; pues esto no es un machismo disfrazado, hay culpabilidad compartida y una acción es solo respuesta de otra.

Es importante resaltar que el autor de estas líneas no es ni un casto resentido ni un “perro libertino” solo la opinión; intentando la mayor pluralidad de opiniones, sobre lo sublime que debería permanecer este antiguo disfrute. Como addendum me gustaría dejar un fragmento del capítulo “Sexo Frío” del libro “La Civilización del Espectáculo” que dice así:

“Una vida imantada por el sexo, y sólo por él, rebaja esta función a una actividad orgánica primaria, no más noble ni placentera que el tragar por tragar, o el defecar. Sólo cuando lo civiliza la cultura, y lo carga de emoción y de pasión, y lo reviste de ceremonias y rituales, el sexo enriquece extraordinariamente la vida humana y sus efectos bienhechores se proyectan por todos los vericuetos de la existencia. Para que esta sublimación ocurra es imprescindible, como lo explicó Georges Bataille, que se preserven ciertos tabúes y reglas que encaucen y frenen el sexo, de modo que el amor físico pueda ser vivido —gozado— como una transgresión.”

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