La vida no acepta comentarios así que me abrí un blog para dejarle una nota en la mesa. Cualquier cosa no soy culpable de lo que escribo sino de lo que tú interpretas.
Miles de ideas se ahogan todos los días, peces que no aprendieron a nadar. Un crimen que nadie ve pero todos sufren. En mi cabeza hay mas de un dibujo y un par de letras que nacieron pero nunca conocieron mi lápiz; y sin que nadie llorara, murieron. Muchos poetas afirman que los mas dulces versos nunca escaparon de sus labios, menos mancharon el papel. Y quizás las verdaderas obras maestras de Kandinski, Van Gogh o Miró, quedaron atrapadas en los laberintos del encéfalo. Quizá lo ambivalente del "puede ser" no es lo suficientemente determinante, nunca fue, y por eso nunca lo vimos. La curiosidad es algo curioso pues no importa lo bello o lo feo, lo bueno o lo malo, ni siquiera lo estético o lo moral, sino lo punzante y venenoso de ese "puede ser" que se pudre en la biblioteca del tiempo siempre imperceptible.
Ahogado en un mar de porquería caen gotas gruesas de melancolía y atajos que me llevan directo al carajo sin pensar y con alevosía. Contradictoria, memoria y alegoría de lo estúpido que es pensar sentir y amar es como un amigo que no me quiere abrazar. Hablar de amores cuando no se tiene como querer tirar sin pene, carente de un destino trazado objetivo logrado, encuentro esperado. Soledad no me abraces que no te quiero, antes mi fortaleza, hoy solo espero. La rabia me lleva como un torero, como vaca al matadero en una suma cero de juegos que no tienen sentido. He logrado, he fallado, he vivido, no me importa, no lamento, sin dormir, sin momento. No se que ni que escribo para darle sentido a esta experiencia extraña, a este "estar vivo".
En que los amigos sean como perros: leales. En el que las mujeres sean como mariposas: libres. En el que la comida sea cual media naranja: una para cada uno. En el que los animales sean como la religión: protegidos y adorados. En el que tratemos a la tierra como a la guerra: siempre invirtiendo en ella. En el que el amor sea como la ley: el más valioso juramento entre habitantes. En el que la ciencia y la esperanza sea como la familia: un derecho fundamental. En el que la muerte sea como el sexo: presente y honesto. Ahí, en ese lugar, en ese momento, nos valdrá mierda la pena y nos confesaremos al accidente de la vida.
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