Domingo a las 23 horas
Justo estaba pensando en escribir. Otra vez.
Me di cuenta que le tengo mucho miedo, pero un miedo estúpido y palpable a "dañar" la superficie de la hoja, esa sacrosanta hoja en blanco. Pero, como dañas una hoja blanca que ni siquiera es real, una hoja de Word, Microsoft Word. Como dañas una hoja digital si en cualquier momento puedes borrar la "cagada" que hagas.
Me acordé del colegio, del liceo, de la universidad, de mi familia, de mis padres, de todos esos estándares de calidad que si ISO 9000 y todo el entramado social de jueces que desde pequeños nos enseñan a dibujar dentro de la linea. Como diría Eulier "Este sistema de educación escolástica que nos atrofia el cerebro".
Y en mi mente con esa buena maña de volverme loco de repente pensé en voz alta: A. LA. MIERDA.
Esa hoja blanca es mía, testigo de mis más hermosa obra maestra o de una soberana plasta de mierda. El pensamiento recurrente que se enreda como luces de arbolito en un garabato maldito que repite: No es suficiente, no soy tan bueno, quizás si le pregunto a...
¡NO!
No se pide permiso para vivir como no se pide permiso para morirse, solo acontece. Si las cartas están sobre la mesa sería penoso de mi parte que no intentara jugar por lo menos.
Casi me quedo en blanco, como la hoja (como mi vida). Justo estaba pensando en empezar a escribir...
Justo empecé a rayar la hoja en blanco.
Me di cuenta que le tengo mucho miedo, pero un miedo estúpido y palpable a "dañar" la superficie de la hoja, esa sacrosanta hoja en blanco. Pero, como dañas una hoja blanca que ni siquiera es real, una hoja de Word, Microsoft Word. Como dañas una hoja digital si en cualquier momento puedes borrar la "cagada" que hagas.
Me acordé del colegio, del liceo, de la universidad, de mi familia, de mis padres, de todos esos estándares de calidad que si ISO 9000 y todo el entramado social de jueces que desde pequeños nos enseñan a dibujar dentro de la linea. Como diría Eulier "Este sistema de educación escolástica que nos atrofia el cerebro".
Y en mi mente con esa buena maña de volverme loco de repente pensé en voz alta: A. LA. MIERDA.
Esa hoja blanca es mía, testigo de mis más hermosa obra maestra o de una soberana plasta de mierda. El pensamiento recurrente que se enreda como luces de arbolito en un garabato maldito que repite: No es suficiente, no soy tan bueno, quizás si le pregunto a...
¡NO!
No se pide permiso para vivir como no se pide permiso para morirse, solo acontece. Si las cartas están sobre la mesa sería penoso de mi parte que no intentara jugar por lo menos.
Casi me quedo en blanco, como la hoja (como mi vida). Justo estaba pensando en empezar a escribir...
Justo empecé a rayar la hoja en blanco.
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