Si estás allí…

La mujer que me sacuda las piernas es más mito que realidad. Es una grata sorpresa, un cesto de frutas multicolor, es una lluvia en un día caliente, es la mentira de mi razón.

No siento realmente nada por aquella mujer que no incite al pecado, por aquella que en su infinita sabiduría no se ría de un chiste malo. Una mujer que aunque no sea mía, tema perder, eso, una que tumbe mi biblioteca y raye las paredes.

Hermosa, pasajera, que me quite las ganas de leer y me enseñe a caminar otra vez, que convierta los problemas en accesorios y que la mañana envidie su brillo.

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